domingo, 29 de noviembre de 2009

Clasismo columpial

Bueno, ante todo, mi limitado público de lectores, quisiera informados de que lo que a continuación leeréis puede resultar un tanto paranoico, no obstante consta de toda lógica y razón, ahí va. Espero q os guste.

Fue una tarde noche de verano cuando el reivindicativo columpio comenzó a exponer una de sus ideas ante sus demás colegas.

Se trataba de un columpio joven, con ideales, ánimo de lucha, ansioso de justicia… en fin, todas esas cualidades que sólo en los sueños de un ingenuo joven pueden tener cabida… pues los años te abren los ojos, te desilusionan y te vuelven conformista.

Responsable de su idea, fue la mirada de una veinteañera que paseaba aquella tarde con sus amigos.

Opino – comenzó a relatar – que existe un gran clasismo social respecto a nosotros los columpios, (caras de que nada nuevo oían mostraban sus compañeros, pero ellos, víctimas del tiempo, habían perdido ya, aquel espíritu). Prosiguió entonces Columpín: ¿Por qué? Os preguntareis, pues bien, pongamos que una persona, ya sea de veinte años, treinta, cuarenta, los que sean, desea balancearse, o dejarse caer por un tobogán. Pues sería víctima de miradas acusadoras, de críticas, incluso alguien podría decirle que se quitase para dejar paso a un niño. ¿Por qué?, ¿qué clase de racismo, o mejor dicho, clasismo, es este?, ¿no tienen todos el mismo derecho? Somos para quien nos dese, colocados en un parque para uso de su población. ¿Por qué si a una persona le hace ilusión usarnos ha de reprimirse?, ¿y por qué si no lo hace, ha de sentirse incomoda, presa de la intimidación ajena? Y, bueno, ya no hablemos de ese otro tipo de columpios, los parques de bolas y conductos, esos no son sólo para niños, ¡si no que además son para niños bajitos! ¿Sabéis cuantos traumas han podido generar y generara esos parques?, ¿qué hay de los niños altos? Ese niño que ve como su hermanito o sus amigos, de su misma edad, entran a jugar en los laberintos y secciones del típico parque de bolas, mientras a el, le niegan el paso, porque se pasa de la altura…
¿Es que no hay piedad?