sábado, 3 de marzo de 2012

Vacío del sinsentido

2012, el año que comienzo la universidad, y probablemente, el año que recordaré como aquel en el que se me manifestó la vida, al desnudo.

Nos creemos dueños del mundo, ignorando cuánto se nos escapa. No sabemos por qué estamos aquí, ni por cuanto tiempo.

Últimamente, cuando abro los ojos, cada mañana, tengo una sensación curiosa y difícilmente explicable. Despierto, observo mi cuarto, miro, y me digo: "tengo un día más".

Suelo hacerme muchas preguntas, que lo único que consiguen es aumentar mi impotencia, mi rabia y mi incomprensión, pues la certeza de que jamás tendré respuestas, me acongoja.

Ayer, viendo una película, me llamó la atención una frase: " En las maquinas nunca sobran piezas, si alguna está ahí, es por que tiene una función, del mismo modo, si el mundo es una gran máquina, y estamos aquí, ha de ser por un motivo". En fin, qué puedo decir, el ser humano tiene derecho a autoconsolarse.

En ocasiones, me paro a observarme, ¿alguna vez lo habéis hecho? es un gran ejercicio. Siempre he pensado que la cara es el reflejo del alma, y que, a diferencia de las palabras, nunca puede engañar. Creo que el cuerpo se moldea en función a nosotros, pero, estoy divagando..., lo que quiero decir es, que me miro, me toco, siento el montón de huesos que somos y que soportan nuestra maquinaria, y pienso, ¿soy esto? o ¿esto me permite ser?.

Tal como venimos nos vamos, lo sabemos desde el principio, es natural, pero cuando lo antinatural sucede, se quiebra la razón, el hilo que da mínimamente sentido a esto se rompe, y entonces, la vida toma una realidad distinta.

Un día, esto que somos, o esto que nos permite ser, dejará de funcionar. Ama a tu cuerpo, cuídalo, y disfruta de las sensaciones que te permite experimentar, pues mientras seas, es lo único que te demuestra que estás, y que eres.

Raquel Antúnez Durán.

jueves, 23 de febrero de 2012


Cada mañana y cada tarde lo veo al pasar, al ir y al volver. Me resulta de lo más enigmático. Estoy convencida de que nadie repara en su presencia, y quién lo haga, no le dará apenas alguna importancia pero él, repara en cuantos transitan su avenida.

Una vez, hace algunos años, la niña que aún entonces era, se sorprendió al escuchar de boca de un amigo, que no hay que sentir pena de quienes viven de modo alternativo, que muchos indigentes eligen vivir así, y que por qué ha de ser eso peor.

Años después no olvido aquella conversación, y ha venido a mi memoria en muchas ocasiones. Todos conocemos algún caso de indigentes con familias adineradas que, por algún motivo que escapa a nuestra comprensión, cada vez que intentan ayudarle huyen de ello. No hace mucho, llegó a mis oídos una historia real, una oficina precisaba personal de limpieza y ofreció el puesto a un joven sin techo que solía ir a pedir comida. El chico rechazó la oferta alegando ganar más pidiendo, pero no era esa la única razón, de aceptarlo, debía respetar unos horarios, cumplir unas labores, llevar una disciplina…

Pensé que era totalmente increíble, pero alguien me descubrió la otra cara de la moneda. Dormir en una cama calentita en invierno, tiene un precio, para algunos demasiado alto, y no todos están dispuestos a pagarlo. Nunca antes me había parado a pensarlo porque son cosas que entiendo como lógicas, pero supongo que hay muchas formas de verlo.

Todo aquel que quiere dormir bajo un techo se ve en la disyuntiva del chico que rechazó el puesto de limpieza, consciente o inconscientemente, ha de aceptar que le marquen un estilo de vida, unos horarios, unos patrones de conducta mínimamente establecidos, higiene, modales, disposición a cumplir unos objetivos, pagar impuestos, declarar a hacienda, etc. La mayoría no entramos en disyuntiva alguna porque lo entendemos como lo que ha de ser, pero algunos lo ven como un atentado a su libertad, a su vida, lo rechazan por considerarlo un precio demasiado caro…

Me vienen a la memoria unos dibujos de los 80 o los 90, una pandilla de pícaros gatos callejeros que, en una ocasión, un duro invierno, comienzan a vivir en la casa del policía que siempre los persigue, con el que mantienen un curioso amor-odio, al poco tiempo no quedaba comida, la casa daba pena, todo estaba sucio… no eran capaces de mantener lo que podemos llamar, “una vida ordenada”, pero ellos tampoco lo querían, finalmente volvieron al callejón.

Lo que quiero decir es que, curiosamente, hay personas que, con sus desventajas, ven belleza en ese modo de vida. Al margen de las normas sociales, encuentran su libertad.

Y esto me lleva al comienzo de estas líneas, a ese enigmático señor de mirada pensativa que todo lo observa… ¿Qué pensará él al vernos a nosotros? Subir a las 07:45, bajar a las 14:00, volver a las 17:00, regresar a las 20:00… Nosotros nos apenamos por él, pero él seguramente se lastime por nosotros, esclavos de nuestros techos.

domingo, 18 de septiembre de 2011

Cuanto puede enseñarte un helado

Termina mi contrato, ¡qué lástima!, con lo que me gustaba mi trabajo. ¿Quién no echaría de menos pasar cinco días a la semana, cinco horas diarias de pie, sin hacer nada, en un cubículo de 2 metros? Hablo con un poco de ironía, pero bueno, lo cierto es que, si estas atento, cualquier situación de tu vida, incluso estar en una heladería que puede pasar 5 horas sin vender un sólo helado, puede enseñarte algo.

Yo he aprendido que las apariencias siempre engañan, como dice mi admirado rapsoda Frank-T, "las apariencias aparecen cuando hay mucha mierda escondida". Las personas más pudientes, son en muchas ocasiones, las más desagradables. La gente cree que, por que seas tú la que este al otro lado del mostrador, les debes algo, aunque estas ahí para su entera disposición.

Aunque si observas con atención... en fin, cinco horas de pie, mirando a tu alrededor en un centro comercial... puede dar mucho de sí. Puedes llegar a comprender el comportamiento de las personas en función a su educación, clase, condición y país. Y, curiosamente, los españoles somos los más estúpidos. A menor cultura, más exigencia, menos cordura, más voces y menos educación.

Me explicaré, mi puestecito está situado en la planta baja de una gran cadena de venta al público, en el primer sótano de parquin. Si aparcas ahí, según entras, ves unas escaleras que bajan desde el piso superior, y otras que llevan al inferior, pero justo al lado de la puerta hay un pasillo con una preciosa flecha azul que conduce a la subida. Por algún motivo todo el mundo se dirige a las de bajada, los españoles preguntan a la pobre heladera, unas veinte veces diarias, que por dónde se sube, la mayor parte de las veces lo preguntan enfadados, como si yo les hubiese tendido una emboscada y el parking no condujese a ninguna parte. Una mujer llegó a preguntarme que si para subir debía bajar por la escalera de mi lado… Evidentemente en este tipo de puestos has de ser muy correcta, pero no me negareis que ante comentarios de este calibre entran ganas de soltar alguna ironía… Tengo el defecto de decir siempre lo que pienso, sea o no oportuno, este trabajo me ha enseñado a cerrar la boca, y en días de brillantez mental, a hacer ver a los clientes que son gilipollas, aún sin decir yo ninguna incorrección, pero esto es difícil y arriesgado, no lo prueben en sus casas…

En fin, volviendo al asunto, la mayor parte de los españoles son unos quejicas impertinentes que creen que el mundo ha de estar a su servicio, y que en lugar de intentar ver las cosas por sí mismos, exigen a los demás que les solucionen sus problemas. Esto es verídico, y cualquiera que trabaje en una empresa similar a esta, o en la hostelería, sabrá reconocerlo, y no solo por la historieta de las escaleras. Mirad, para pagar el parquin hay unos cajeros que sabría utilizar un mono, pero que, a prueba de tontos, te explican en dos frases su funcionamiento, por si a algún lumbreras le surgen dudas. Bueno, pues ni leen, ni se acercan, ni intentan hacerlo, no, exigen a voces y enfadados, que tú, pobre heladera mal situada, que no tienes por qué saber cómo funcionan, pero que lo sabes porque eres más lista que un mono, les soluciones la papeleta. Otra cosa divertida es cuando me piden cambio, como no estoy autorizada a darlo les envío a un departamento que está a unos 3 o 4 pasos de mi puesto. Los clientes se indignan, enfadan y protestan, ¡la mayoría acaba comprándose un helado para que les de cambio!

La cuestión es que el ser humano no es tan tonto, y he llegado a esta conclusión porque estos comportamientos son solo típicos de españoles. Los chinos miran, leen y proceden, si te piden cambio les explicas a dónde han de ir y te dan las gracias, los portugueses se parecen más a nosotros pero no preguntan tanto y no son mal educados. Los ingleses y demás hacen igual que los chinos y siempre son correctos. Evidentemente también hay gente española educada y agradable, pero cuando los encuentras te llevas una sorpresa, porque lo cierto es que son minoritarios.

He aprendido a valorar algo, que siempre he estimado, pero que ahora lo aprecio más que nunca, y es la educación, el decir: “hola, buenos días, deseo esto”, civismo, simplemente. Mucha gente habla como cabras, a veces pienso que creen que soy un genio mágico de los deseos, odio a los que llegan y dicen: “de chocolate”, y yo quiero decirles: “¿y a mí que me cuentas?”, pero no… has de responder: “¿qué desea señor, barquillo, tarrina? ¿De qué tamaño? El “por favor” y las “gracias”, cada día se oyen menos, pero están en el léxico por un motivo.

Otra historia son los padres consentidores y los engendros impertinentes que surgen de ellos. Me he acostumbrado a ver niños que contestan a sus padres, les faltan al respeto y consiguen de ellos lo que quieren. A más de uno le ponía la cara del revés… También he visto a adultos negarles un helado a sus padres, que dieron todo por ellos, lo cual me parece indignante, y a niños formar escándalos sin recibir un reproche.

Esta es la gente de nuestro país, pero no todo es malo, también buenas personas, a las que te alegras de conocer. Nunca olvidare a una abuelita q solía invitar a sus nietas gemelas a un helado, ambas eran muy dulces, o a una señora mayor súper agradable que me recordaba a mi abuela. Un señor que aseguraba que el helado era su droga, y que me confesó que sus favoritos eran los de la competencia, un empresario portugués que quiso darme conversación una tarde, y que me resulto de lo más interesante, una joven madre de pelo rizado y sonrisa constante q compraba helado para su niño operado de amígdalas, o a un padre de familia que sólo por verme explicar a una compañera nueva cómo funcionaban las cosas, me entabló una conversación y me dijo q me habían contratado por lo buena persona que era. Pero sobretodo, no podré olvidar a un hombre al que, en mis primeros días, di 5 euros de mas en el cambio, y volvió para dármelo, aquello me impactó por que otro se lo hubiese quedado.

Sí, hay personas de las que no me voy a olvidar, aunque tampoco olvidaré los días en que no se vendió nada, la angustia y la impotencia de tener que pasar hora tras hora, el tiempo muerto, de pie, y sin poder hacer nada. A la gente impertinente, que me ha hecho averiguar que no quiero trabajar de cara al público de por vida, ni por todo el oro del mundo.

Creo que en cierto modo, este trabajo tan humilde, me ha hecho valorar todo mucho más de lo que ya lo hacía antes. La educación, el respeto, los valores… deberían ser los cimientos de la civilización, pero no. No debería tener que sorprenderme por ver a un padre reñir a su hijo o obligándole a dar las gracias a la chica que le sirve el helado, esto debería ser lo cotidiano, y no lo es. Así están las cosas.

Me quedo con lo aprendido, con las personas agradables con las que me he cruzado, y con mis acentuadas ganas de estudiar periodismo para informar al mundo de lo que acontece, y, sobretodo, no tener que aguantar a clientes mal educados nunca más.

viernes, 2 de septiembre de 2011

Escalera de valores

“Todo lo que tengo lo llevo con migo”, es el título de una novela histórica, habla de los campos de concentración rusos después de la Primera Guerra Mundial, cuando explotaban y torturaban a los alemanes, nada que ver con el tema que quiero tratar, pero el título me encanta y me ha hecho pensar en algo.

Pues no hay nada más cierto que eso, si te despojan de todo lo material, sólo quedas tú. Los objetos nos hacen sentir mejor, más seguros, nos proporcionan tranquilidad, y también un rol en el mundo. Parece raro pero es cierto. Nuestras casas, coches, móviles, el dinero… lo creemos nuestro, y nos gusta anteponerles un posesivo para dejarlo claro, pero la verdad es que lo único que poseemos realmente es nuestro cuerpo, y nos da miedo reconocerlo.

Imaginémonos en una ciudad extranjera, que no conocemos y en dónde la lengua y las costumbres son otras. Solos, sin móvil, DNI, dinero ni lugar al que acudir…
Ahora si estaréis de acuerdo con migo en que lo material nos hace sentir seguros. Si nos quitan todo, solo somos una persona pérdida, vulnerable y miedosa. Aunque es irónico, por que esto ha sido así desde que el mundo es mundo y, en las fases de la evolución humana en la historia, nunca ha supuesto inconveniente. El problema lo causa la dependencia materialista en que la economía del consumo nos ha enseñado a vivir.

En teoría se nos vende comodidad y seguridad, y en gran parte es cierto, pero no nos enseñan a valernos por nosotros mismos. La ciencia nos lo da todo hecho, y mientras unas cuantas mentes inquietas estudian avances para la vida, los demás nos hacemos cada vez más tontos.

Este tema tiene numerosas vertientes y puede dar mucho de sí, asique vayamos por partes.

El dinero, los objetos… no sólo nos hacen sentir protegidos, también te dan un puesto social, un título. Títulos que la gente asume hasta el punto de creérselos. De este modo se coloca a las personas en una escalera imaginaria, que nadie ve, pero que todos sabemos que está ahí. Los que se saben arriba miran, en ocasiones, con menosprecio a los de abajo, y estos los criticarán hasta la saciedad por su actitud déspota.

Pero toda esta parafernalia a mí me resulta de lo más graciosa. Aunque quien esté libre de pecado tire la primera piedra, todos criticamos a alguien en algún momento, eso sí si yo tuviese una escalera mental, y todos juzgamos en base a una, la ordenaría en educación, honestidad y valores, no en adquisiciones monetarias, pues en contra de lo que se cree, no siempre está ligada a la educación.

Además, como en todo lo que tiene forma de montaña, la gente siempre quiere estar arriba, y para conseguirlo se hacen todo tipo de cosas, convirtiendo a muchas personas en seres rastreros y sin escrúpulos.

En mi hipotética escalera si alguien quisiera subir tendría que esforzarse en ser más honrada, tener mejores intenciones con los demás, y tratar de no hacer mal a quienes le rodeen. Claro, que esto suena un poco infantil, y no es más que una linda e ilusa utopía.

El problema de la actual pirámide social es que, como he dicho antes, la gente asimila su situación, haciendo que haya quienes se crean más que otros, ya sea por su dinero, sus posesiones, o su absurdo tono de piel. Y olvidan que sin todo eso… todo lo que tienen, es lo que son.

Otro punto es que, a muchas de estas personas, les ocurre que, por su mala cabeza o las situaciones de la vida, lo pierden todo. Y cuando nada les queda, sólo tienen eso en lo que se han convertido, y es lo único a lo que podrán aferrarse.

Lo que quiero decir es que, los rangos, las clases sociales… el estar en un puesto o en otro… Si no te preocupas de cultivarte como persona, no eres nada, porque todo lo demás son accesorios efímeros de tu vida, pero sin ellos quién tiene que valer, quien tiene que demostrar que lugar merece, eres solo tú.

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Nunca me ha gustado juzgar a las personas por su condición social, su aspecto o su raza. Lo cierto es que no me educaron así. Lo único cierto en esta vida es que nacemos, vivimos dependiendo de nosotros mismos y lo que somos, y morimos. Así que no, no seré yo quien juzgue por estos motivos, prefiero valorar a las personas por lo que son. Por sus ideas, sus valores y su honestidad, pues quién carece de ello, solo es un parásito más.

miércoles, 24 de agosto de 2011

La basura es mejor tirarla

El otro día estuve haciendo limpieza en mi habitación, pero no de limpiar propiamente dicho, si no del otro tipo, de estas en que te dedicas a revolver el baúl de los recuerdos para tirar chismes inservibles, que no hacen más que acumular polvo y ocupar espacio. Y, aparte de darme cuenta de que tenía más trastos de los que pensaba, y descubrir que soy tremendamente nostálgica, también me hizo pensar sobre algo.
Me topé con una preciosa cajita, repleta de cartas y tarjetas de cumpleaños. VÍ que, aunque no los mismos, siempre he estado rodeada de amigos, y siempre he sido muy querida. Esto parece algo bueno, y no es que no lo sea, pero leyendo esas cartas me di cuenta de que las palabras no valen nada, y de que después de 7 años, solo conservo a mi lado a una de aquellas personas. Irónicamente, aquella con la que más he discutido y menos nos hemos entendido. Me dio mucha pena una tarjeta en concreto, una de las que entonces se hacían llamar mis amigas… tres chicas que me escribían lo importante que era en sus vidas, especialmente una, que al emigrar, emigró también sus amistades. De las otras dos… bueno, lo cierto es que siempre tuve mis reservas hacia ellas, no me gusta la gente opaca, probablemente se alejaron por conveniencias de la vida.
Pero no solo las palabras mienten, recientes acontecimientos me han demostrado que también los actos son capaces de mentir, que hasta las sonrisas pueden fingirse, y que la falsedad de las personas, que es lo que más aborrezco y desprecio, puede no tener límites.
Y para a quien mi escrito pueda parecerle exagerado, le diré algo, y es que, que a mí me resulte rastrero y despreciable que haya gente así, no es una sensación sólo mía. En la historia, los grandes pensadores los han denigrado. Dante Alighieri los colocó en el infierno, en su Divina comedia, detrás de los indiferentes, pues una persona falsa, en cuyos actos y palabras no puedes creer… sencillamente no vale nada. Y, de la Edad Media, al siglo XXI, Frank-T dice en uno de sus versos: “nada mejor que tener a alguien de quien fiarse, y aún de eso, y muy de cerca, hay que fijarse”.
Y es que es cierto, hoy día parece quedar muy poca gente integra. Por eso, cuando encuentres un amigo de verdad, pese a que tengáis diferencias inevitables, no los eches a perder, cuídalos como a un tesoro, porque es lo que son.
¿Qué es lo que le pasa al mundo? ¿Qué se gana fingiendo ser quien no se es? ¿Tener un círculo de conveniencia? ¿Llevarte bien con quien un día podrá serte útil…?
Realmente no entiendo cómo se puede llegar a ser tan rastrero, y tonto, he de añadir, pues al final, el tiempo siempre pone a cada uno en su lugar y se acaba viendo todo.
“Haz bien y no mires a quién”, eso me decía mi madre y así quiso educarme. Me gusta la persona en la que me he convertido, aunque tengo q pulir muchos defectos, pero añadiría algo a la frase que solía decirme ella, y es, nunca esperes nada de nadie. “Ver, oír y callar”, supongo que esa es la clave.

Cría cuervos y te sacaran los ojos

Mi abuelo siempre dice que son los animales los que nos enseñan a vivir, y tiene razón. Claro que el lo dice por lo positivo del asunto. A mí, es algo que siempre me ha llamado la atención, por su increíble veracidad, solo hay que fijarse un poco.
En el reino animal, del que no estamos excluidos, son las hembras quienes cuidan a sus hijos, les consiguen alimento y los acompañan en su evolución, mientras el padre se encarga de proteger a la familia y mantenerla a salvo. Esto hoy lo vemos como algo muy machista, pero en realidad es simplemente que nosotras tenemos una asombrosa capacidad para estar en todo. Somos más compresivas, cariñosas y entregadas a los nuestros. Dejando al margen las típicas polémicas, esto es un hecho.
Otro ejemplo, este siempre se ha encargado mi abuelo de recordármelo, es que cuando eres pequeño, tus padres te buscan la comida y se ocupan de que no te falte de nada. Según vas avanzando te enseñan a defenderte en la vida, pero cuando creces y ya te han dicho todo lo que necesitas saber, te expulsan del nido, y has de valerte por ti mismo.
Aunque, en nuestro afán por apartarnos del reino animal, y crear diferencias, últimamente este punto es problemático. Eso sí, su incumplimiento, y sus consecuencias, verifican la teoría mentada. En el siglo XXI contamos con una generación de seres des oficiados, que, a pesar de haber pasado esa fase de cuidados y educación se niegan a salir del nido, o a proseguir su educación para poder salir pronto. Y, ¿Qué ocurre al tratar de romper las reglas naturales? Pues lo que nuestro entorno conoce como “ninis”, o como a mí me gusta llamarlos, “parásitos sociales”.
Podría seguir enumerando detalles, pero sería dar vueltas en círculos para llegar a la misma conclusión. Nuestros comportamientos no son distintos a los de los animales. A ambas partes nos gusta marcar el territorio, señalar lo que es nuestro. Los machos se disputan hembras en peleas, aunque gracias a Dios, la inteligencia humana hace que algunos hombres sean más dignos y no se dediquen a esas gansadas. En ambos reinos nos reunimos en grupos organizados para asegurarnos protección y existen quienes se ocupan de dar la cara por los demás ante amenazas externas… etc, etc.
Es cierto, aunque no queramos verlo, seguimos los mismos patrones de conducta, ayer, hoy, y siempre.
Lo triste de todo esto, y a dónde quería llegar a parar, es al último de los puntos. Ese en el que sí tenemos la obligación de tratar de diferenciarnos de los animales, y no, el hecho de ser los únicos idiotas capaces de tropezar dos veces en la misma piedra, no es diferencia suficiente, estoy hablando del final del camino, y de nuestro egoísmo innato. Hablo de ese momento en que, tras haber volado del nido y haber aprendido de tus padres todo lo necesario, creas tu propio nido, cazas tu propia comida y ya no los necesitas.
Llegados a ese punto, los animales no vuelven la vista atrás, una vez salen del lugar donde se criaron, no hay retorno. Ya están listos para el mundo, los padres hicieron su papel, y el ciclo vital continua.
Bien, pues muchos individuos, que se hacen llamar seres humanos, se niegan a establecer la única y más importante diferencia que sí hemos de tener, respecto a nuestros compañeros en este planeta, el amor y el eterno agradecimiento, hacia quienes lo dieron todo por hacer de nosotros lo que somos. Y aún en esto, algunas especies son más humanas que algunos de los nuestros, como los elefantes, por ejemplo. Pero bueno, yendo al grano, hoy ví como una mujer no trataba no con respeto no con especial cariño a su padre. No es la primera vez, ni será la última que vea algo semejante, y me repugna.
A diario veo como los padres dan todos los cuidados a sus hijos, a veces más de lo necesario. Mientras podemos sacamos cuanto somos capaces de ellos, intencionada o inentencionadamente. Y después, cuando no nos son necesarios… ¿qué? Les damos la patada, se vuelven cargas… esto es indignante.
No hace ni un par de semanas ví como una mujer trataba mal a su madre por haberse puesto a pedir un par de helados mientras la esperaba a que fuese por el tique del parquin. La señora era mayor, pero muy agradable, tardó en comprar y formó cola, obstaculizó un poco, quizás, pero nada incomprensible o de otro mundo, sin embargo su hija le riñó, le dijo que no se la podía sacar de casa, no dejó q pagase los xq decía que tardaba mucho, y, la pobre mujer sólo quería invitar a un helado a su hija.
¿Por qué? Es mi pregunta. ¿Llegados a la edad adulta nos da amnesia?, porque a mis padres no les ha dado nunca amnesia. Mi padre cuidó y se preocupó por mi abuelo hasta el ultimo día, y mi madre se desvive por mi abuela, y porque mi abuelo sea feliz.
Hoy, una joven trataba como a un estorbo a su padre, al que intentaba engañar, con la escusa de la caducidad del ticket del parking, para que no tomase un helado. ¿Quién le niega un helado a su padre?
Sí, los animales nos enseñan a vivir, cría cuervos, y te sacaran los ojos. Antaño se veneraba a los ancianos por su sabiduría, eran respetados, y piezas clave de la sociedad. ¿Qué ha pasado? ¿Cambiara esta situación, o el ser humano se volverá más ruin de lo que ya algunos son?

Impotencia

Hay momentos en que todo te desborda, te sientes ante un precipicio, en posesion de un problema, sólo tuyo y al que nosabes como enfrentarte. ¿Cómo afrontar algo que que se escapa a tu alcance?que no sabes ni como entender, o como asumirlo. Y lo que es peor, no tienes la menor idea de qué hacer para cambiarlo.
Tuve un profesor de filosofia que nos hizo una pregunta: "¿Qué es lo que le hace a una persona ser "ella misma"?, ¿Qué es lo que hace que siga siendo la misma de haces años, hoy?. El físico cambia, las actitudes cambian. Eso a lo que llamamos alma, nisiquiera sabemos qué es, o si existe, y los sentimientos de la misma, además, tambien cambian. Entonces, ¿porque yo, soy Raquel? la misma persona, pero... ¿qué es lo que hace que seamos los mismos, realmente?
Envidio la sonrrisa despreocupada de los niños. Cuando eres pequeño, todo es mucho más fácil. Ahora, aveces me siento abandonada, como si me hubiesen expulsado del nido con una patada, y obligado a volar en un acantilado, demasiado grande para mi.
Cuando crecemos, todo se hace tan complicado... De jóvenes, almenos, cuando te sientes superado, puedes descolgar el telefono y aparecerá un amigo que te escuche. Luego... no es que no se pueda, o que no vayan a estar, pero, todo es más complejo. Cada cual tiene su vida, su pareja, su trabajo, sus historias... es mejor no molestar, y ellos no acudirán por sí mismos. Despues de todo, ni son adivinos ni tienen tiempo para hilar señales y jugar a los detectives.
Y ¿Qué hacer entonces? cuando te sientes solo entre un monton de gente y, no sabes cómo afrontar cuanto te ocurre. en instantes en que... la desazón te embarga, y una tremenda impotencia, que es el peor de los sentimientos, te obstaculiza. una especie de vacio en el estomago te atraganta y, un eterno sin saber colapsa tu mente y tus actos.
Te gustaría cudir a alguien, decirle todo y más, pero... todos tienen su propia vida.

Hace unos días habría cabado así la entrada, pero, hoy la voy a continuar. Sí, este sentimiento es real, y por desgracia no tengo su monopolio. Probablemente todos nos hemos sentido así alguna vez. En mi caso, he de reconocer que soy un poco catastrofista y que en ocasiones no soy capaz de ver mas allá de la niebla. Pero, la cuestion es que, sí, crecemos, nuestras vidas se complican, y también las de nuestros amigos, ellos tienen sus propios problemas, y todo se vuelve mas díficil, pero, eso no significa que no vayan a acudir si los llamas, que no vayan a preocuparse si se enteran de que te courre algo. El gran problema es que nunca queremos dar ese paso, a ndie le gusta correr detras de los demas, y lo idílico es que tus amigos te noten preocupado te pregunten, y estén más pendientes de ti, sí. Pero la vida real no es una peli americana, así que, si nos sentimos desbordados, como decía melon diesel : "grita, hay un amigo muy cerca de ti".